Mi cuaderno

La tinta secó, quizás por falta de besos o mis letras ya no generaron humedad en sus labios, tal vez porque ésta vez ya no hubo lágrimas... Un poeta nunca muere mientras existan más musas, la musa en cambio deja de existir, cuando los versos que inspiraba dejaron de fluir.

Déjame perder en la paz de tu mirada, contágiame con la felicidad de tu sonrisa, abrígame en la calidez de tus brazos, quémame en el fuego de tus besos. Y desataré las tormentas que escondes, para mojarme con la lluvia que emana de tu piel.