Mi cuaderno

Traigo en la mano izquierda un caballo blanco para llevarte a recorrer el mundo. Traigo en el pecho un coro de ruiseñores para que duermas con sus melodías cada noche. Traigo en los labios un recital de poesía para endulzar tus oídos todas las mañanas al despertar. Traigo en los dedos delicados pinceles para escribir mis frases de amor en el pergamino de tu piel. Traigo en mi piel canela el dulce sabor del amor y el aroma del deseo para compartirlo solamente contigo. Porque conmigo vivirás cada nuevo día el mejor de tus sueños aún con los ojos abiertos...

Pintare tu cuerpo y sus formas con la cera ardiente de mi sexo serás la sumisa de mis deseos cumpliendo los más perversos terminaremos los dos rendidos entre espasmos y gemidos.

Es por mi adoración a tus labios que quiero detener el mundo cuando estoy entre tus besos para eliminar todos los miedos que se esconden en mi alma y que sólo se pueden nulificar con la dulce paz de tu boca.

Ella es tan diferente a las demás... Llegó a mi vida sin prisas, pero consistente, suave como una gacela, pero con la fuerza de un huracán y sin pedir permiso se instaló en mi insomnio, con delicadeza se adueñó de mis pensamientos, con su sonrisa le dió el color del arcoiris a mis grises. Ella es delicada, ocurrente y con su alegría baila en mi corazón... Y todo eso la hace infinitamente hermosa...  La hace única.

M il emociones logras provocar y             transmitir U n millón de versos que aún faltan         por escribir J amás un poeta logrará con versos,       todo lo que se pretende decir E n ésta vida y en la otra no                       alcanzará para reconocerte y               admirarte R eso en silencio para tener el                 privilegio de dejarme amarte...

Mi piel reclama la furia de la tempestad que trae consigo tu mirada, el impacto de tus despiadados ojos negros. Mi pecho grita por la aguja afilada de tu lengua, que con el fuego de la saliva va dejando tu marca como tatuajes eternos. Mi espalda duele por la ausencia de tus uñas, porque espera con ansias los surcos que dejas donde plantas la semilla pasional. Mis ojos vacíos te buscan para llenarlos con tu sensual anatomía y tus breves curvas que son mi desvarío. Mis labios gritan tu nombre, clamando por tu boca, anhelando el dulce dolor que causan tus dientes inquietos. Mis manos tiemblan de ganas por recorrer cada espacio de tu ser, tus montes, tus valles, tu campo florido. Mi hombría llora gotas cristalinas, buscando con ansias regar con mi líquido perlado la humedad de tus pétalos Y todas esas cosas de mí que aún nadie conoce, claman por ti... Te esperan.

Hoy le traigo a usted mi propuesta y esperaré ansioso una respuesta. Traigo en mis ojos provocativa mirada que la incite y quiera sentirse amada. Traigo en los labios el beso escurridizo  que será su boleto de acceso al paraíso. Traigo el anhelo de estar a su lado y liberar el deseo que tiene enjaulado. Traigo un concierto de gemidos para armonizarlos con sus latidos. Traigo un erótico juego de seducción  para terminar revolcados en el sillón. Traigo la experiencia más tentadora para amarla de una forma devastadora. Traigo para usted señora mi perversión  no importa si se involucra el corazón. ... Acepta?

Cómo las hojas anuncian el otoño y el gélido viento anuncia la llegada del invierno, un día acabará el olvido y estarás de vuelta en el nido, aquel que construi con trozos de versos y pedazos de mi alma.

Amo el atrevido color de tu boca y el perverso negro de tus ojos que con descaro acarician mi piel llenando de lujuria cada rincón de mi ser. Amo la constelación de tus imperfecciones al erotismo que emana de todas ellas deseando en la oscuridad tener tu piel y plasmar mi lengua en tus estrellas. Estoy sometido a tus ardientes deseos cargados de exquisita sensualidad a la lascivia de los juegos previos y tus antojos que son mi debilidad. Cabalgando tus montes y planicies en el deleite de tu desnudez tendida me pierdo en la oscuridad de tu valle en el aroma de tu feminidad florida.   Vivo con la humedad que tu flor derrama y que rocía en pleno mi virilidad mezclándose a la sal de mi piel pintando de erotismo nuestra intimidad.