Diez segundos
Al amanecer me visitó la luna,
con su tímido brillo y su gran sonrisa, no pude evitar hablarle de tí.
Junto a ella apreció una estrella fugaz, con un intenso brillo, no pude evitar compararla con tus ojos.
Las historias dicen que se le puede pedir un deseo, entonces le pedí lo siguiente:
Que hoy al primer minuto de tu despertar, tu pensamiento fuera sólo para mí, que por un instante pudieras sentir lo que yo siento por ti, que te robara un suspiro tan intenso como los que tengo para ti...
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