Sentencia de placer

Fué sentencia condenatoria a mi amor,
sometida con cuerdas indelebles
que la atan a mi alma,
anclada a mi placer y servicio,
entregada a mis necesidades.
Compartimos placenteras experiencias,
por la afinidad de nuestros cuerpos
que al contacto se eriza la piel,
provocando un temblor de fuego,
desatando olas en mi pecho,
despertando el deseo de ser lluvia.
Recorre con su lengua mi ser,
estimulandome con sus labios,
devorando todos mis rincones,
marcándome los poros de la piel
como un incendio voraz
haciendo temblar mis piernas.
Sólo ella hace vibrar mi cuerpo
con la danza de nuestros vientres,
logrando chubascos de placer,
con mi hombría hurgando 
en el rincón de su cavidad.

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